domingo, 2 de mayo de 2010
Caricatura y "politing"
La caricatura en el politing, el politing en la caricatura
NOTA: Carlos Salazar Vargas acaba de publicar, en las prensas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, una nueva edición de su libro "Politing: Marketing político integrado", que ya tuvo una primera edición en Colombia. Junto con un grupo de amigos moneros, Carlos me hizo el favor de invitarme para ilustrar este amenísimo y extraordinario volumen. Como un adelanto, transcribo aquí las palabras que a mi modo de ver expresan la relación entre caricatura y política. Altamente recomendable.
Uno: La caricatura en el politing
En rigor, la caricatura no debería ser parte de los recursos de la mercadotecnia política, sino casi su opuesto. La caricatura es ante todo un arma crítica, su poder estriba en su capacidad para señalar errores, para denunciar abusos, para burlarse de las actitudes ridículas a las que son fanáticas las clases dominantes. Por consiguiente la posibilidad de usarla para enaltecer las virtudes de un candidato es casi nula. Su función dentro de una campaña es más bien hacer un llamado a la conciencia, evidenciar las fallas del gobierno en turno, hacer evidente la necesidad de un cambio.
No faltan personas que se oponen a esta visión aguda y corrosiva de la caricatura. Habrá quien crea que es posible crear un humorismo romo, carente de aristas y tal vez hasta “positivo”, un elogio que haga reír.
Pero la caricatura política no es tan fácil de domesticar: es irredenta, irreverente y provoca más la sonrisa sardónica que la risa bobalicona. ¿Por qué esta forma de humorismo requiere de cierta mofa para funcionar del todo? En su revelador estudio “El chiste y su relación con lo inconciente”, Sigmund Freud descubrió que el chiste es una forma a través de la cual liberamos una cierta carga de energía negativa de frustración o enojo por el estado de cosas y esta forma genera además el placer de emitir estos juicios burlándonos de aquellos que nos ofenden o perjudican con su actuar público. Un ejemplo que el padre del psicoanálisis apunta en este libro, es el chiste de cierto gobernante que al visitar una lejana región de su reino descubre entre la multitud a alguien que se le parece de manera asombrosa. Le pregunta al joven en tono altanero: “¿no sabe usted si su madre sirvió al palacio?”, el joven muy cortés le responde: “mi madre no pero sí mi papá, majestad”. La respuesta es inobjetable y le devuelve la ofensa a quien la lanzara primero. Nadie podría ofender en su cara a un mandatario pero el chiste le permite burlar esta objeción y asestarle un golpe en pleno rostro.
Sólo empleada de este modo, como punta de lanza, como espejo que evidencia los peores defectos de nuestra realidad, puede lograr su objetivo de hacer reír.
Y esta es la segunda arma poderosa de la caricatura, el humor, porque ofrece placer a quien lo recibe. Explicar un aspecto de la situación política normalmente es farragoso cuando no simplemente aburrido. Quejarse de un atropello así sea una injusticia evidente o indignante, es algo que no agrada a quien la escucha (la queja).
La caricatura nos permite abordar los temas más complejos, oscuros o desagradables con un enfoque agradable, fresco y en el mejor de los casos sorprendente.
Un último aspecto que le confiere capacidad de penetración a la caricatura es su carácter de oferta gratuita, amable y lúdica. Una campaña política es a final de cuentas el ofrecimiento de un producto, en este caso un candidato o una plataforma política cuyo precio será pagado en votos por el elector. Hay en la oferta política una transacción en la que se intercambian promesas y sufragios; en cambio, la caricatura es un ofrecimiento gratuito, busca hacerte reír sin recibir nada a cambio y esto , en un mundo definido por relaciones de intercambio o de compra y venta, es algo que el lector agradece.
Dos: el politing en la caricatura
Las virtudes didácticas de la caricatura están más allá de cualquier duda. La referencia histórica y referencia obligada es el trabajo de Eduardo del Río (Rius) en sus historietas
Los Supermachos y Los Agachados, así como en su vasta producción editorial. Folletos informativos, carteles, trípticos y volantes son medios que refuerzan esta capacidad de enseñar sin aburrir. Las virtudes son obvias aunque no por ello dejaremos de enumerarlas:
1.- El aligeramiento de la página por medio de ilustraciones versus la pesadez del texto impreso.
2.- La posibilidad de emplear todo tipo de recursos infográficos como mapas, diagramas, estadísticas, citas, ilustraciones de diferente tipo, fotos y un vasto etcétera.
3.- La enorme oportunidad de llegar a lectores no especializados e incluso a personas analfabetas.
4.- La amabilidad de la imagen potencializada con el uso del humor.
No resulta por ello extraño que el autor de Politing, Marketing Político Integrado, haya aprovechado esta excelente herramienta para ilustrar, ejemplificar, a veces explicar y siempre divertir agregando las caricaturas que acompañan la presente edición.
Pese al derroche de amenidad que Carlos Salazar Vargas hace en este volumen, el politing es un tema abstruso para los no versados.
No obstante, las imágenes que los moneros aquí reunidos aportan a esta obra esclarecen y divierten, a la vez que iluminan un tema que podría volverse en exceso oscuro. Este volumen es una muestra acertada de cómo emplear esta poderosa (y jocosa) herramienta.
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